Felicitación navideña 2020

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17 de marzo de 2010

Manada ¡Este jueves un relato!


Imagen obtenida de Internet

MANADA


El sonido del reloj le hizo levantar los ojos. Las doce de la mañana. Miró a sus compañeros. Las mesas de trabajo, perfectamente alineadas y jerarquizadas. Al fondo, dominándolo todo, el Director del Departamento. Delante, tres mesas para otros tantos oficiales administrativos, y delante de estas, a su altura, cinco mesas servían de lugar de trabajo para cinco auxiliares entre los que se encontraba. Aparte del tamaño de las mesas y la posición jerarquizada de las mismas, nada les diferenciaba en el aspecto personal. Ellos con traje gris, camisa blanca, discreta corbata, pelo corto, zapatos brillantes. Ellas, traje de chaqueta, camisa de seda, zapatos de tacón medio, discreto maquillaje y perfectamente peinadas.

En todas las mesas, expedientes perfectamente amontonados, las mismas pantallas de ordenador, ubicadas en el mismo extremo de las mesas. La luz, blanca y uniforme.

Cada uno de ellos conocía a la perfección el trabajo a desarrollar. Era el mismo de ayer, el mismo de hace una semana, un mes, el mismo del año anterior,… el mismo de siempre. Así desde el día que se sentó por vez primera en su mesa de auxiliar, hacía ya quince años.

Reinaba la calma, habitual y monótona. Sin embargo, una extraña sensación de ahogo comenzaba a apoderarse de él. Primero fue un ligero estremecimiento. Después un sudor frio, empapó todo su cuerpo mientras poco a poco, el sentimiento de ahogo fue a más y comenzó a faltarle la respiración hasta que estalló su personal tormenta.

De un manotazo, arrojó al suelo la pantalla y el teclado de su ordenador. Los expedientes que un momento antes se amontonaban en perfecto orden en un extremo de su mesa, volaron por los aires y un tremendo grito liberador, puso fin a ese sentimiento de ahogo que le impedía respirar.

Le dijo al director, saltándose el orden jerárquico que se iba, y se fue. No quizo oir la oferta de vacaciones, tampoco quiso que lo despidieran lo que le hubiera permitido cobrar el paro. Sólo atendió a la imperiosa llamada de su corazón y se marchó.

Sus compañeros lo vieron semanas más tarde en una feria de artesanía. Vendía collares elaborados por él. Su atuendo en nada se parecía al “uniforme” de trabajo que ellos conocían tan bien. El traje había sido sustituido por unos pantalones amplios de rayas moradas y rojas, la camisa, por una camiseta de color indescriptible, la corbata había sido sustituida por un collar, los zapatos por unas chanclas de cuero y al pelo le habían crecido unas hermosas rastas. Lo que más llamó su atención, sin embargo, es que su cara que antes reflejaba aburrimiento y tedio, lucía ahora jovial y reflejaba en todo su esplendor, la felicidad que adorna la cara de los hombres libres.

Pepe.

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12 comentarios:

  1. Si, si y si, !viva él¡, que tuvo el valor y los arrestos de hacer lo que todos soñamos y ninguno hacemos, me ha encantado, al menos a través de él me he liberado.
    Por cierto, se me han ido los ojillos a la entrada anterior, como hija de Andaluces, andaluza de corazón y habitante de esta tierra, te digo que ese canto a nuestra tierra y a nuestra gente se merece un 11 sobre 10, Pepe, no le quito ni una coma, miles de besossssssss.

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  2. es que el poder hacerlo que queremos, aquello que nos hace feliz, seguramente se vera reflejado en el rostro y eso precisamente, no significa un cargo jerarquico, porque a veces la felicidad,se logra con simples, cosas, pero en unmundo tan consumista, como el que tenemos, te digo se torna dificil¡¡¡
    te dejo un abrazo pepe ,nos estamos leyendo aca tambien¡¡

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  3. Pepe, por vez primera visito tu blog, ha sido un placer, te seguiré de cerca.

    Por un momento esa descripción me recordó una magistral secuencia de "El apartamento" B. Wider, esa masa de oficinistas anónimos, jerarquizados pero idénticos, aún sin ordenadores pero con montañas de papeles bien alineados a la derecha. Valiente decisión, dar el vuelco a la vida sin componendas, seguir el impulso y buscarse algo parecido a la felicidad, sencilla, creativa, a su aire !Bravo!, bsitooos.

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  4. Si, si, pertenecer a esa manada domada para cumplir con horarios y uniformes es tedioso. Muchas veces me gustaría mandar todo al diablo y hacer sólo lo que realmente me gusta, pero aún no me animo.

    Felicidades a él.

    Saludos.

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  5. Salió de la manada. Quizá para pertenecer a otra, porque siempre en algún sitio, terminamos agrupados, pero ahora con el espítu libre y el corazón contento.
    Te recomiendo la película Visita Inesperada, me la recordaste..
    Muchos cariños libres de toda obligación.

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  6. ¿Quién no ha sentido la tentación de hacer lo que el protagonista de tu relato?.
    Dichoso él, que pudo, que lo hizo a tiempo, antes de que un grillete tras otro lo encadenase para siempre a la mesa de la oficina.

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  7. Una fábula muy propia de nuestro tiempo. A mí me dan alergia las rastas y los mercadillos, jaja, pero sí que me gustaría tener cara de persona libre.

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  8. El miedo a lo desconocido y el anclaje a una engañosa seguridad mantienen a la sociedad cual hormiguero en que cada uno de los miembros efectúa su función en forma repetitiva.
    Como el protagonista de JUAN sALVADOR gAVIOTA volar alto tiene su precio y su satisfacción.
    Hasta pronto

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  9. TRABAJE EN MADRID PARA UNA SUBC0NTRATA DE LIMPIEZA. MI PUEST0 ERA IMPIAR EN UNA CADENA DE M0NTAJE DE M0T0RES...UN TIP0 J0VEN, UN DIA, DE REPENTE, PEG0 UN GRIT0. SE SUBI0 ENCIA DE LA CINTA TRANSP0RTAD0RA. N0 RECUERD0 QUE DIJ0. L0 QUE DIJERA ERA A BASE DE GRIT0S Y DE ASPAVIENT0S. EL CAS0 ES QUE ACAB0 TIRAND0 LA CHAQUETILLA Y MARCHAND0SE DE ALLI. N0 L0 V0LVI A VER...
    ESTA HIST0RIA ES MI C0MENTARI0, PEPE...CRE0 QUE N0S ENTENDEMS.
    SALUD0S.

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  10. Quieres que sea sarcastico?
    Bue lo serè,menos mal que muchos de esos oficinistas o no se animan o no se han dado cuenta de safar de esa enorme mediocridad,de lo contrario a quien le corrsponderia esa tarea?
    Que uno huya,cada tanto, esta dentro de la estadistica social imperante.Feliz de èl,pero shhh,que no se contagie.

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  11. Me ha gustado tu relato.

    No hay nada mejor que hacer caso al corazón.

    Un beso.

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  12. ¡¡Dios!!, cuantas veces, cuantas personas habràn..tendràn...deseos de hacer lo mismo...salir de la monotonìa que quita toda
    posibilidad de ser, de crear algo, aunque sea lo mìnimo...

    explèndido...

    saludos cordiales

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